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Primero tomamos Columbia. Lecciones del movimiento de ocupaciones de abril de 1968

El siguiente texto va dirigido a todas las personas que están llevando a cabo acciones de solidaridad con Gaza en los campus universitarios de Estados Unidos y del resto del mundo. Escrito por participantes en los campamentos de solidaridad de Yale y Columbia, se distribuyó por primera vez en mano en el campamento de Columbia en Nueva York el domingo 21 de abril. La traducción fue hecha a partir de la versión publicada en el sitio web de Ill Will el 20 de abril de 2024.

 

Cuando toméis Columbia, cuando
toméis París,  tomad
los medios de comunicación, contad a la gente lo que estáis haciendo
en qué andáis y por qué y cómo pensáis
hacerlo,  cómo pueden ayudar, que las noticias
sigan llegando,  tenéis 70 años
de condicionamiento mediático que combatir,  es un muro
que debéis atravesar, como sea, para llegar
al hombre instintivo, que está luchando como una planta
por la luz, por el aire.
//
cuando toméis una ciudad, un campus, haceos también
con las centrales eléctricas, el agua, el transporte,
olvidaos de negociar, no esperéis que De Gaulle o Kirk
abdiquen, no lo harán, no estáis
«protestando», estáis luchando
una guerra, luchad para ganar, no esperéis a que Johnson o
Humphrey o Rockefeller accedan a vuestros términos
tomad lo que necesitéis, «es gratis
porque es vuestro»
Diane Di Prima, Carta revolucionaria núm. 15

 

El 23 de abril de 1968, cientos de estudiantes de Columbia ocuparon Hamilton Hall, tomando como rehén al decano Coleman. Durante los días siguientes, se ocuparon otros cinco edificios del campus. Los ocupantes demandaban que Columbia parara la construcción de un proyecto que contribuiría a la gentrificación de Harlem, el fin de un proyecto de investigación secreto financiado por la CIA, y una amnistía para los estudiantes que protestaron. Las ocupaciones tuvieron su fin el 29 de abril, cuando la policía de Nueva York asaltó los edificios ocupados, con un resultado de casi setecientos arrestados. En respuesta, los profesores fueron a huelga y el campus se cerró por el resto del semestre. Las siguientes semanas surgieron más ocupaciones en el campus y en los barrios vecinos. Finalmente, la administración de Columbia cedió a casi todas las demandas de los ocupantes. Lo que siguen son algunas lecciones de ese abril de 1968, que pueden ser útiles hoy, ahora que las ocupaciones de las universidades han vuelto como táctica dentro del movimiento para detener el genocidio en Gaza.

 

I. Las ocupaciones son efectivas porque son disruptivas. Las ocupaciones de abril de 1968 cerraron toda la universidad durante una semana. Esto forzó a la administración a conceder las demandas, incluso después de que el movimiento se enfrentara a la represión.

 

II. Una ocupación necesita propagarse para sobrevivir. Es necesario tomar nuevos edificios en el campus, a través de la ciudad, en todo el país. Tomad a los enemigos por sorpresa. Esforzaos por conseguir éxitos diarios, incluso cada hora, por pequeños que sean. A toda costa, permaneced superiores moralmente.

 

III. Toda ocupación es una comuna. Parando el ritmo normal de la sociedad capitalista, abren un espacio para que algo nuevo surja. Las ocupaciones se vuelven un lugar para experimentar con cómo podemos vivir diferente. Compartidlo todo. Dentro de la ocupación, no hay propiedad privada. Romped las barreras. Dentro, el estatus social y los trabajos no significan nada.

 

El punto de Columbia en el 68 era que si estabas dentro de uno de los edificios ocupados, tenías tanto poder como cualquier otro. No importaba quién eras, cuál fuera tu carrera, quiénes fueran tus padres, o si estabas ahí con una beca o te pagabas tus estudios, ni siquiera eras un estudiante. Ninguna de estas cosas importaba cuando se trataba de nuestras vidas cotidianas dentro del edificio de matemáticas. Todos éramos iguales.

 

IV. Todos los movimientos se confrontan con las separaciones propias de la sociedad capitalista. Todavía más en el caso de las ocupaciones, ya que son una cuestión inmediata del vivir-juntos. Pero luchar con este límite puede hacerse de un modo que contribuya a la dinámica del movimiento, en lugar de devorarlo. Las ocupaciones de 1968 estuvieron inmediatamente atravesadas por cuestiones de raza y género. Estudiantes negros y blancos ocupaban edificios diferentes. Pero organizándose, los estudiantes negros contribuyeron a la fuerza de todo el movimiento. La determinación y la disciplina de los estudiantes negros ocupando Hamilton Hall inspiró a que otros estudiantes fueran también más determinados. Dentro de cada ocupación, se hicieron esfuerzos para superar las divisiones de trabajo basadas en el género. Personas de todos los géneros se encargaron de las labores de seguridad y cocina. Los baños no estaban segregados.

 

V. Una proliferación de espacios ocupados requiere el espacio para una proliferación de iniciativas autónomas. Cada tendencia del movimiento necesitará encontrar la confianza para organizarse a sí mismos y actuar. Según se abrían nuevas ocupaciones en 1968, cada una adquiría sus propias características y cultura. El edificio de matemáticas, por ejemplo, era conocido por ser el «más militante» y tener una larga proporción de personas de fuera.

 

VI. Las ocupaciones sacan fuerzas del espectro de las revueltas. Las ocupaciones de abril de 1968 se llevaron a cabo justo después de los disturbios de la «Semana santa» de los barrios y ciudades vecinas en toda la ciudad, después del asesinato del Dr. Martin Luther King, Jr. A los administradores del campus, a los oficiales de la ciudad, y al departamento de policía les preocupaba que cualquier intento de reprimir las ocupaciones pudiera provocar disturbios en barrios vecinos; Harlem podía invadir Columbia. Una ocupación hoy estará en una posición más fuerte si es capaz de construir y movilizar apoyos de los barrios circundantes.

 

VII. El primer paso, entonces, es abrir el campus a la comunidad. Estudiantes de otros campus, residentes de los barrios vecinos, y agitadores de las afueras necesitan ser bienvenidos. En abril de 1968, quinientas personas marcharon hacia las puertas de la calle 116 con Broadway. La policía de Nueva York se retiró por miedo a que estallara la violencia. Hoy podría ser necesaria una táctica similar.

 

VIII. El futuro pertenece a los que se atreven. No está claro que la mayoría de campus o ciudades apoyen las ocupaciones mientras están sucediendo. Pero las encuestas nos muestran que una gran mayoría afirma haber apoyado las de Columbia con el paso del tiempo. Nadie quiere estar en el lado equivocado de la historia. Pero tomar la iniciativa es necesario para superar la inercia. La audacia despeja las nubes de la confusión. Las acciones audaces ganan apoyo, aunque sólo sea retrospectivamente.

 

IX. Formad comités. Una vez que toméis un edificio, organizaos en torno a labores prácticas. En 1968, un comité de defensa construyó barricadas y coordinó la vigilancia nocturna. Un comité de enlace establecía comunicaciones entre las ocupaciones y el mundo fuera de ellas.

 

Teníamos walkie-talkies, walkie-talkies que funcionaban en la banda ciudadana, además había comunicaciones por teléfono con todos los edificios, que la universidad intervenía. Teníamos tres mimeógrafos trabajando constantemente, había gente que, durante la huelga, no hizo más que controlar la máquina mimeográfica. Y había un gran cartel en la pared, una cita de alguien de Berkeley, que decía que cinco estudiantes y una máquina mimeográfica podían hacer más daño a la universidad que un ejército.

 

X. Evita las reuniones interminables. Los relatos de las ocupaciones de Columbia a menudo enfatizan que los participantes invertían casi todo su tiempo en reuniones. Esto se hacía así para asegurar la participación igualitaria y la comunicación real. Experiencias recientes han demostrado que las asambleas generales normalmente agotan la energía moral y sofocan la iniciativa.

 

XI. Esto es sólo el principio. Un gran número de organizaciones revolucionarias emergieron del movimiento de ocupaciones de 1968. Llevar al límite la lucha universitaria podría contribuir de forma similar a producir una constelación de fuerzas revolucionarias en la ciudad hoy.

 

XII. «Dos, tres, muchas más Columbias». Entonces y ahora, será necesaria la apertura de nuevos frentes y la difusión de tácticas cada vez más disruptivas, como las ocupaciones de edificios, para tirar del freno de emergencia de la máquina de guerra.

 

XIII. El movimiento de ocupaciones en Francia durante el mes siguiente mostró que, en las circunstancias correctas, las luchas dentro de la universidad pueden detonar una explosión social mucho más amplia.

 

XIV. Fumaos los cigarros del presidente.

 

Todo el poder a las comunas.

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