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Giorgio Agamben / Otro silencio

Traducción para Artillería inmanente de un texto de Giorgio Agamben publicado por primera vez el 14 de noviembre de 2023 en el sitio web de la editorial italiana Quodlibet, donde publica habitualmente su columna «Una voce».

 

Mientras los medios de comunicación dedican todo su espacio a la guerra en Ucrania y en Gaza y cuentan, como parece que les encanta hacer, los muertos palestinos e israelíes, ucranianos y rusos, otro pueblo ha sido una vez más ignorado: los armenios, que se vieron obligados a abandonar el país donde vivían para no ser exterminados. Tras la ofensiva militar de los azeríes en septiembre de 1923, Nagorno Karabaj o la República de Artsaj, como lo llamaban sus habitantes armenios, dejó de existir. Como había ocurrido muchas veces antes en esta región, se volvieron a trazar fronteras y se diezmaron y desplazaron poblaciones enteras en nombre de la limpieza étnica. Cuando, al final de la Primera Guerra Mundial, se disolvió la Federación Transcaucásica, que había sido creada en 1917 por armenios, azeríes y georgianos, y el territorio fue conquistado por los rusos, Nagorno Karabaj, aunque estaba poblado en un 98 % por armenios, fue asignado por Stalin no a la república socialista soviética armenia, sino a la azerbaiyana. De ahí, tras la disolución de la Unión Soviética, los conflictos que han tenido su triste desenlace en estos días. Es necesario reflexionar sobre el destino de este pueblo que, como los judíos, sufrió un genocidio y del que no se habla, a pesar de ser quizá la comunidad cristiana más antigua y de ocupar uno de los cuatro distritos en que se divide la antigua ciudad de Jerusalén. Está cerca de nosotros, quizá más cerca que las otras de las que se habla. Lo que ocurre en Nagorno Karabaj nos preocupa e interroga y por eso preferimos ignorarlo.

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