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Puente aéreo Hong Kong/Barcelona. Dos comunicados

Hace ya un mes que compas de Cataluña nos enviaron los siguientes comunicados sobre las últimas revueltas en las calles de Barcelona. Desgraciadamente sólo apenas hemos encontrado el tiempo para compartirlos.

 

Ahora que empieza todo

 

Siete años de proceso cívico y pacífico han dado cien años de prisión y una enorme sensación de impotencia. Francia, Ecuador, Chile y Hong Kong nos han enseñado que dos semanas de bloqueo, barricadas y fuego pueden hacer retroceder leyes, gobiernos y FMI. En todas partes las juventudes tomamos la revuelta en nuestras manos. Porque nosotros nos tomamos en serio la mierda de vida que nos queréis dejar en herencia. Es el mundo entero el que es irrespirable.
No queremos más promesas electorales, estamos hartos. El gobierno catalán y el gobierno español tienen un problema. Ya no esperamos nada de vosotros. ¿Pensabais que se nos podía humillar, que se nos podía golpear y que íbamos a quedarnos en casa? Ahora estamos devolviendo los golpes que han recibido nuestras abuelas. Como hemos dicho en la calle: «Son más grandes las ganas de cambiar la sociedad que el miedo que tenemos en el cuerpo».
No es que no tengamos objetivos. Tenemos tantos que no caben dentro de vuestros programas de papel mojado. Es la revuelta la que abre el camino y la que nos lleva más lejos, la que nos vincula a las amigas y a los amigos y resuena en el mundo entero. Lo que está claro, es que no queremos vivir vuestro fascismo. Ni aquí, ni en Madrid, ni en ningún lugar.
Es lo más bonito que hemos vivido nunca. Miles y miles de personas que no dejábamos de llegar al aeropuerto, las sonrisas, los abrazos, los ojos llenos de luz. Ya no podemos volver a ser los de antes, es toda una vida la que hemos descubierto detrás de la barricada y lo que estamos haciendo es explorarla.
No tenemos miedo del futuro, es vuestro futuro el que tiene miedo de nosotros. Ahora ya hemos empezado.
«El puny amunt per qui no pot estar a casa / El puño arriba por quien no puede estar en casa».

 

Segunda semana

 

Nosotros, si deseamos algún honor, es el de figurar para la posteridad en la historia de los cataclismos.
Le Grand Jeu

 

Ruina. España es una ruina. El viento recorre el vacío dejado por los Grandes de España. Páramos saqueados según la tradición por cada generación gobernante, por cada generación de negociantes y fulleros. Solamente rotas, las españas pueden ensayar una recomposición a la altura de su arte y de sus fiestas. Hong Kong, Chile, Ecuador, Haití, Líbano y la Francia de los chalecos amarillos demuestran que el orden que gobierna el planeta es asimismo una ruina. Una ruina feroz, que protege sus burbujas de jabón como si fueran de diamante.

 

Consejo de Tumultos. Durante el siglo XVI estalló en los Países Bajos una revuelta contra la corona española. Se pedía libertad de culto. Poder decidir pasarse a la religión protestante. En 1556 Felipe II envió al Duque de Alba para contener la sedición. Lo que éste hizo fue implantar un régimen de terror y represión bajo una institución llamada Consejo de Tumultos. Ante las protestas de arbitrariedad, Fernando Álvarez de Toledo, el duque, respondía, «tanto mejor; si ha muerto por equivocación, será un mártir e irá directamente al cielo». El príncipe de Orange levantó entonces su divisa «je maintiendrai» (no cejaré), e inició su campaña con los pordioseros del mar, gente común que realizaba rápidas concentraciones y dispersiones en los canales. El Imperio español estuvo allí ochenta años en guerra, perdió los territorios e inició su hundimiento. Hoy quiere reproducir una estrategia de terror y represión.

 

Bloquearlo todo. Ésta es la intuición primera de la revuelta catalana. El bloqueo del aeropuerto mostró a quien quiso verlo el carácter ilusorio de la normalidad. El bloqueo de calles, autopistas y vías de tren se está realizando por todo el territorio catalán. Lugar de encuentro y elaboración, ingenio de cuerpos y barricadas. —Esta segunda semana se sigue inventando. Ya van dos árboles serrados sobre las vías del tren, como unos simples ganchos sobre la catenaria bloquearon la circulación de los trenes de alta velocidad en Alemania y Francia.

 

Nada esperamos — ahora que todo empieza. Son chavales quienes hacen avanzar la revuelta por todo el mundo. «Se nos han acabado las sonrisas». «Ahora plantamos cara, no nos gusta correr». «Estamos aquí por cada golpe que ha tocado a nuestras abuelas». «Lo único que hacemos es autodefensa. Son más grandes las ganas de cambiar la sociedad que el miedo que tenemos en el cuerpo». —Esta segunda semana han empezado los bloqueos y ocupaciones en muchas universidades catalanas. Algunas han caído frente a grupos de extrema derecha y estudiantes cívicos. No cejaremos. Si prende alguna de estas ocupaciones puede crear nuevas bases para intensificar la circulación y los encuentros.

 

Participar de la revuelta. Como sucede en todas partes, las reivindicaciones que abren el conflicto no lo resuelven todo. ¿Qué son treinta céntimos más? ¿Y un Estado de más o de menos? Son la gota que colma el vaso de una realidad que no es capitalista. Una vez en el desbordamiento, son las fuerzas en presencia quienes determinan la apertura de la situación. Es decir, el sentido de lo que pasa y lo que se interrumpe. —La vida que se abre en la revuelta no sólo rompe la normalidad, rompe la separación y la indiferencia que alimentan el gran sufrimiento que nos habita. Ahora que todo empieza, es el momento de mantener y extender los vínculos que brillaban detrás de las barricadas. Cada una y cada uno de nosotros comparte los ojos llenos de luz y el deseo de cambiarlo todo construyendo puentes. Es prestar atención a lo que ya se está haciendo: intensificar los vínculos de amistad, tanto dentro de las fuerzas anónimas que toman las calles, como entre las vidas que trenzan los grupos que se organizan por todas partes.

 

Comités locales. Algunos querrían que la revuelta fuera cosa del pueblo catalán. Idea romántica y burguesa del siglo XIX. En la revuelta hay fragmentos de pueblo. Son fragmentos suficientemente masivos y determinados como para abrir una grieta en la normalidad y romper el tablero de juego. Romper el juego, barrer la beatificación de la miseria que sancionan los mossos del gobierno catalán y la policía nacional del gobierno español. —Son los comités de defensa locales, los CDR y los grupos organizados en barrios y pueblos quienes tienen la iniciativa. Por muy dispersos e inconsistentes que parezcan, es en cada lugar donde la imaginación política puede desbordar unos gobiernos que no pueden nada frente a dos millones de cuerpos que se organizan. —No estamos solas. Todo el sufrimiento y toda la tristeza que desgarra nuestra existencia claman por tramar alianzas de autodefensa.

 

Destitución — Pensar, combatir, construir. Decía Rosa Luxemburgo que no es la huelga general quien crea la revolución sino la revolución la que trae la huelga general. Porque toda revolución es un proceso que toma su tiempo, hasta que se hace perceptible para toda una época. Lo mismo ocurre con todo proceso destituyente, que sería la salida más inteligente a la catástrofe ecológica y existencial que el mundo arrastra. —Ningún futuro de estabilidad nos aguarda. La destitución del estado de cosas presente es no sólo destrucción, es al mismo tiempo apertura de lugares y creación de formas, es un proceso que construye. En la revuelta contra este mundo, que salta de país a país y corre de ciudad en ciudad, el proceso destituyente sigue abierto. La destitución significa también construir una percepción compartida de cómo lo que no es, es posible: todo lo que hemos visto estos días, todo lo que podemos imaginar contra la administración total que gobierna la perpetuación del desastre.

 

Tout le monde déteste la police. En todas partes, la policía se levanta como el obstáculo entre la revuelta y los amos del mundo. En Catalunya y Barcelona ha sido evidente para cualquiera. Ha quebrantado los reflejos de miedo que rezuman las televisiones como aparatos de gobierno. El miedo al otro y el miedo al pobre. Todo el mundo detesta la policía. La policía que ha sacado cuatro ojos en siete días. Que ha estado intentando atropellarnos y lo ha conseguido una vez. Que reparte palizas y detenciones indiscriminadas. —La vieja táctica de Hong Kong, ser fuego y agua, entrar, arder y retirarse, ser inaprensible como el agua y contundente como el fuego, durante meses, vuelve a demostrar la inanidad de la institución policial frente a la inteligencia estratégica de miles de insurgentes. «Nosotros somos policías y podemos hacer lo que queremos. Somos la ley», declaraban el otro día a una periodista. Si la policía es la ley, la revuelta es la fuerza sin nombre que toma en sus manos otra manera de vivir en este mundo.

 

Hoy acaba el régimen. Porque este mundo está acabado.
La insoportable levedad con que lo insoportable nos vive
se muestra con la gravedad extrema que desde siempre arrastramos.
El rostro que llama a la revuelta es anónimo.
Como el agua llenar, hasta desbordar. Y retirarse.
Como el fuego arder súbitamente, calcinar. Y volatilizarse.
Una y otra vez. Miles de cuerpos, de recuerdos, de seres partidos.
Una y otra vez todos los días de fiesta. La fiesta
es la insurrección de los cuerpos, miradas, presencias. Contar sin contar.
Porque la insurrección frente al colapso es la única fiesta posible.
¿Qué vendrá después?
Después fue ayer. Ayer ya era tarde. Hoy acaba el régimen.
Mañana es pura confianza
en la vida común y corriente que arde a flor de piel
cuando os abrazo.

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