Hasta el final, mi trabajo con Félix ha sido una fuente de descubrimientos y de alegrías en lo que a mí respecta. No obstante, yo no quiero hablar de los libros que hicimos juntos, sino de aquellos que él escribió solo. Ya que me parecen de una riqueza inagotable. Sus libros atraviesan tres dominios, en los cuales abren algunos caminos de creación.
En primer lugar, en el dominio de la psiquiatría, Félix introdujo, desde el punto de vista del análisis institucional, dos nociones principales: los grupos-sujetos, y las relaciones transversales (no jerarquizadas). Observemos que estas dos nociones son políticas en la misma medida que psiquiátricas. Y es que el delirio como realidad psicótica es una potencia que acosa inmediatamente el campo social y político: lejos de atenerse al padre-madre del psicoanálisis, el delirio hacer derivar los continentes, las razas y las tribus. Se trata a la vez de un proceso patológico por curar, pero también de un factor de cuidado por determinar políticamente.
De una manera general, en segundo lugar, Félix soñaba probablemente con un sistema del que algunos de sus segmentos hubieran sido científicos, otros filosóficos, otros vividos, o artísticos, etcétera.
Félix se elevó hasta un extraño nivel que contendría la posibilidad de funciones científicas, de conceptos filosóficos, de experiencias vividas, de creación de arte. Es esta posibilidad misma lo que es homogéneo, mientras que los posibles son heterogéneos. Y de aquí el maravilloso sistema de cuatro cabezas en Cartographies schizoanalytiques: “Los territorios, los flujos, las máquinas y los universos”. Finalmente, en tercer lugar, cómo no ser sensible precisamente ante ciertos análisis artísticos de Félix, sobre Balthus, sobre Fromanger, o sus análisis literarios, como el texto esencial sobre el papel de los ritornelos en Proust (desde el grito de los comerciantes hasta la pequeña frase de Vinteuil) o el patético texto sobre Genet y el Captif amoreux.
La obra de Félix está por descubrir o redescubrir. Ésta es una de las más bellas maneras para mantener a Félix vivo. Lo que hay de desgarrador en el recuerdo de un amigo muerto son los gestos y las miradas que nos tocan aún, que nos siguen llegando cuando él ha desaparecido. La obra de Félix da a estos gestos y a estas miradas una nueva sustancia y un nuevo objeto capaces de transmitirnos sus fuerzas.
Traducción del texto «Pour Félix», publicado en la recopilación Deux regimes de fous. Originalmente apareció en la revista Chiméres, invierno de 1992-93, después de la muerte de Félix Guattari ocurrida el 29 de agosto de 1992.